salvarnos del naufragio, no pudimos
algo nos mantuvo acorralados
con la vista fija en una roca
enhebrados como dos agujas a punto de romperse
y siempre creímos que éramos intocables
que nunca el frío abriría ni tu pecho ni el mío
que nunca el amor diría:
“hasta aquí la lucha por arder”
y que allí algo comenzase a apagarse
no como un fuego fatuo
sino como esa mano que de pronto aparece en el vidrio
y todo la estructura comienza a temblar
de miedo a la muerte
de miedo a la muerte del amor
de miedo a morirme de muerte
de miedo a morirme de tu amor                                     
pero no me morí
vos tampoco te moriste
y en orillas tan distintas
nuestros rostros boquiabiertos
las manos buscan caricias
que atraviesen este desamparo
el desamparo y la rabia de estas manos
la rabia y la tristeza de este cuerpo

alguna vez dijimos que éramos invencibles
que éramos intocables
que a este amor no lo maldecía ni el mismísimo demonio
nada es más terrible en el amor
que creer que se está a salvo de la muerte
nada es más terrible en el olvido
que creer que se está a salvo del amor

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