Hay días en que el lenguaje muerde esta boca hasta sangrarme. Es como si la noche de pronto fuese un animal que se presenta ante mí para tocarme los labios con sus dientes de tigre, y me invitara a jugar quién de las dos araña mejor su vida.
Aprender sobre los placeres nocturnos ocasiona que la noche no quiera soltarme. No he aprendido a manejarme en lo nocturno. Quizás lo salvaje que existe en mí aún permanece encerrado, por eso aún no he podido darle batalla a la oscuridad. La noche es un animal que abre y cierre sus fauces dentro de mi corazón, simplemente para tentarme, invitándome al acecho. Mi mejor escudo es el lenguaje que no deja de decirse fuera y dentro de mí.

Comentarios

Javier F. Noya ha dicho que…
Quizá lo salvaje sea la palabra que nace y se corporiza en el papel que, delante de ti, se transforma en lo que realmente somos. Agradable texto. Saludos.
Gabriela ha dicho que…
Quedó pipí cucú
y verde!
Verónica Cento ha dicho que…
No sé si por medio de la palabra lo inhóspito, que es sin duda lo salvaje, se ha abierto para que por fin lo acepte, o si este velo al que me adhiero, lo mantiene a oscuras, como a un animal en acecho.

Gracias Javier, Saludos
Verónica Cento ha dicho que…
Vio? Un verde para quererlo siempre...

beso Carry

Entradas populares de este blog

Alborada

Fragmentos de Antonia Palacios