La carnicería, Charles Simic

A veces caminando en la noche, tarde
me detengo ante la carnicería cerrada.
Hay una sola luz en el negocio
como la que usa el preso para cavar su túnel.

Un delantal cuelga de un gancho:
la sangre le untó un mapa
de los grandes continentes de la sangre;
los grandes ríos y océanos de la sangre.

Ahí están los cuchillos que brillan como altares
en una iglesia oscura donde traen al lisiado y al imbécil
para sanarlos.

Ahí está la tabla de madera donde se rompen los huesos,
y se pelan a fondo —el río disecado hasta su cauce
donde me alimentan,
donde en lo profundo de la noche escucho una voz.

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